Supermercado de la locura…

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Ayer fui al supermercado. Tranquilos, no es mi primera visita pero sí la única que merece ser mencionada. Fue, en pocas palabras… ¡UNA EXPERIENCIA ABRUMADORA Y HORRIBLE DE PÉRDIDA Y GANAS DE ECHARME A DORMIR EN LA SECCIÓN DE LIMPIEZA DEL HOGAR! (así, resumiendo)

Os explicaré el motivo:

Iba yo tan tranquilo al supermercado de El Corte Inglés lleno de ganas de llenar mi cesta de la compra de artículos para hacer unas muy ricas cupcakes cuando… ¡ZÁS! entro y TODO ESTÁ CAMBIADO DE SITIO. Sí, lo se, suelen hacerlo, pero nunca a este nivel. A veces cambian las galletas por el chocolate, o la sección de bebidas alcohólicas por la de refrescos o incluso la de yogures por la de quesos… ¡Eso es tolerable! Esta vez tuve la sensación de haber entrado en un lugar desconocido fuera de Valencia del que jamás saldría con vida.

Yo iba buscando azúcar glass. En principio tenía que ser una búsqueda muy rápida y corta. Encontrar el azúcar, dentro de esa sección encontrar el azúcar glass y, ¡voilà!, fin de la búsqueda. Entré como un valiente y pensando «¿créen de verdad que este cambio de posiciones va a acabar conmigo? ¡Van listos!» Fui directo al lugar en el que solía estar el azúcar pero no, no había ni rastro de azúcar, solo había detergentes. Cargado aun de fuerza y decisión decidí seguir buscando: cereales por aquí, panes por allá, alimentos sin gluten arriba, comidas preparadas abajo, desodorante Axe junto a las lechugas, papel del culo en la zona de congelados… Ya era definitivo, me había perdido.

Había recorrido todo el supermercado, absolutamente TODO, pero el dichoso azúcar se empeñaba en no aparecer y yo empezaba a ver doble…

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Empecé a temer por mi vida. Agradecía a Dios el tener móvil de nuevo y saber que podía ponerme en contacto con el mundo exterior si me pasaba algo. Seguí andando, cada vez más abatido, arrastrándome de pasillo en pasillo entre donuts, macarrones y peras. Ya estaba perdiendo todas mis fuerzas cuando escuché una voz que me resultaba muy familiar… ¡Era mi hermana! ¿Cuándo había llegado? ¿Había venido conmigo? Yo ya no sabía en que mundo vivía y mi cerebro se encontraba absolutamente desactivado. Mi ángel salvador decidió tomar las riendas del asunto y buscar a una dependienta para que nos indicase el punto geográfico en el que se encontraba el dichoso azúcar. Pero tuvimos mala suerte. Esa mujer no trabajaba en esa planta, ¡solo estaba por allí de paso! De todas forma nos indicó el lugar en el que ella creía recordar que vivía el marrano azúcar (no voy a decir lo que opinaba realmente de él porque os podríais escandalizar). Me cargué de fuerzas y anduve hasta el sitio en el que debíamos encontrar finalmente al azúcar. Pero, cuando llegamos algo no me olía bien. Lo único que había en ese pasillo eran fregonas, trapos y plumeros… ¡Ni rastro de azúcar! Me giré entonces para buscar a mi hermana y no la encontré, volvía a estar solo. Me recluí entonces en una esquina, rodeado de cajas de film transparente y bolsas para congelar y comencé a balancearme con mis brazos rodeando mi piernas. ¡Nada tenía sentido!  Yo ya me había vuelto loco y empecé a gritar (o quizás a susurrar con voz de desquiciado mental, no recuerdo muy bien) ¡JAMÁS SALDREMOS DE AQUÍ! ¡NOS HAN ATRAPADO! ¡ES EL FIN!

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Los acontecimientos que siguieron a mi entrada en el mundo de la locura los recuerdo como una vaga sucesión de pasillos, estanterías y ositos de gominola (me entraron muchas ganas de chucherías en ese momento). ¡Pero entonces lo encontramos! ¡Junto a lo huevos! ¡Ahí estaba el azúcar glass! (o para repostería como más os guste). ¡Lo habíamos encontrado! Los mandamases del supermercado habían jugado bien sus cartas. ¿Quién habría imaginado que el azúcar iba a estar junto a los huevos? ¡NADIE! ¡Pero habíamos conseguido derrotar a sus fuerzas malignas y encontrarlo!

Salimos de allí trece horas después de haber entrado y con muchas ganas de hacer cupcakes. Yo, gracias a esta experiencia he desarrollado un extraño tic nervioso del que jamás me desharé y he tenido una horrible pesadilla esta noche en la que un grupo de alimentos me atrapaban, ha sido horrible.

Ahora, hablando más en serio: ¿Por qué? Se que, en un sentido comercial cambiar las cosas de sitio ayuda  a que la gente compre más y más diverso, pero de este modo, ¿en serio? Señores del supermercado, tengan piedad de nosotros y permítanos ir a comprar con tranquilidad y alegría.

¡Hasta el lunes, coleguitas!

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