Las Princesas (Disney) farsantes

Amor… Amor… Amor… Nunca he hablado de amor. ¡Ha llegado el día, señoras y señores!

Esta mañana me he despertado especialmente Disney, ya sabéis, imaginativo, soñador… y escupiendo purpurina por la boca. Para añadir mas Disney a la causa, en el trabajo,  he tenido que actualizar un blog hablando de… ¡PETER PAN! Cuando he empezado a escribir, ya era tarde, Disney me había invadido por completo y sin remedio. No he tenido más remedio (suena a tortura pero no lo ha sido) que darle al play a mi lista de canciones de Disney en el iPod y transportarme a un mundo ideal ( ¡Cómo hilo los temas, eh! ).

Pero, mientras iba feliz recorriendo Madrid con mi música y tarareando las geniales melodías de Disney, algo ha llamado mi atención. Una pareja, de unos 15 años, abrazándose, achuchándose, refregándose, amándose, saltando, andando, corriendo, gritando, bailando… ¡Agotador, vamos! Pero lo mejor ha sido la despedida. Tras un beso que ha durado unos 583 minutos (redondeando a la baja), él ha gritado a los cuatro vientos la siguiente frase: ¡TE AMO, PRINCESA! Yo he tenido que subir el volumen de la música como ayuda para evitarme vomitar, pero, la supuesta «princesa», parecía más feliz que una de esas perdices que se comen al final de los cuentos ( ¡Y sigo hilando, sin parar! ). La susodicha ha vuelto corriendo a los brazos del chico y… ¡Vuelta a empezar! Achuchones, refriegue, saltitos, un vals en medio de la calle, gritos en los que se juraban amor eterno… Yo estaba atónito, incluso he buscado la cámara pensando que se trataba de la grabación de una película, pero no. Finalmente, han llegado a la segunda y última despedida ( Gracias a Dios la tercera no ha sido la vencida esta vez ) que ha acabado con un beso de película, uno de esos en los que el chico coge a la chica por la espalda y la inclina hacia abajo ( Me explico súper bien y seguro que lo habéis entendido ( ¡Seguro, seguro! ))

Tras esto he seguido mi camino aun sorprendido por la surrealista escena que acababa de presenciar y aquí es cuando mi cerebro se ha iluminado y el tema de hoy ha sido parido (que poco Disney eso, dejadme reescribirlo…)… … … ¡Y EL TEMA DE HOY HA SIDO CONCEBIDO! (muchísimo mejor, sin duda). Y es que no he podido evitar pensar que todo aquello, los abrazos, las muestras de amor exageradas, los bailes… TODO, es culpa de, nada más y nada menos… DISNEY. El mundo vive en un extraño estado de disneyficación corrosiva (es un enfermedad, visitad a vuestro médico de cabecera), la gente está obsesionada en esa tontería de que el príncipe azul, o la princesa rosa (por ponerle también un color y no sonar discriminatorio) existe, y se aferran a lo que tienen porque Disney nos ha hecho creer que solo hay uno/a para cada uno/a. Yo, que sabéis que defiendo el positivismo, estoy 100% seguro de que esto no es así y que, aunque Tiana encontrase a su príncipe besando un solo sapo, para la gente del mundo real la cosa es muy distinta. Pero ojo, yo estoy seguro de todos/as tenemos a nuestra/o persona/o (¡Que políticamente correcto soy, ¡ché!) en algún rincón del planeta, una única, pero hay muchos sapos y ranas a los que besar antes de encontrar al verdadero anfibio (¿captáis? en vez de amor, ¡anfibio!, ¡por lo del sapo! ¡Hoy estoy que tiro el huso de la rueca de Maléfica por la ventana! ¡OTRA VEZ! ¡QUE ALGUIEN ME PARE!), además, no todo el mundo va a encontrar a su media naranja (o limón, o papaya, o kiwi o cereza…) a la primera de cambio.

Así que, amigos y amigas, hoy voy a desmitificar todas esas historias que nos contaron de pequeñitos y que han hecho al mundo como es (amorosamente hablando, claro). He seleccionado a las verdaderas Princesas Disney, ya sabéis, esas que vienen antes de la época de las moderneces. He dejado fuera a Mulán la transformista, a Pocahontas la hippie, a Tiana la zoofílica, a Rapunzel la choni con exceso de extensiones, a Fiona la trol (u ogra, como sea) y las «señoras de», entiéndase por esto a Jasmine, la señora de Aladín y a Meg, la señora de Hércules. Vamos, que una vez vaciado el cajón de las princesas, solo quedan cinco historias por contar, las reales, las auténticas, las originales… ¡Vamos allá!

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Y la primera en salir a la palestra es… ¡Bella! También conocida como la Bella de La Bella y la Bestia o, como me gusta a mi llamarla: ¡Bella, la loca/desesperada!

El caso de esta señorita es, cuanto a menos, triste. Ya en el principio de la película vemos a los vecinos de la aldea dedicándole perlas tan bonitas como:  «Una muchacha de lo mas extraño, siempre en las nubes suele estar» o «Ahí va esa chica tan extravagante»… Vamos lo típico en una aldea de unos 20 habitantes (en la MTV sacarían un reality de los más conseguido con esta gente) . Esto, a mi modo de ver, es un claro ejemplo de bullying, ¿dónde estaba el psicólogo escolar para ayudar a la pobre Bella? Pero vamos, no pasa nada, Bella sigue siendo una loca muy guapa con un padre aun más loco al que tiene que rescatar corriendo por un bosque oscuro una noche cerrada con la única ayuda de un caballo cobarde (ya respiro), vamos, el pan nuestro de cada día. El asunto es que nuestra amiga Bella acaba encerrada en la suite presidencial de un encantador castillo (con todas las comodidades) para poder rescatar a su padre… ¡Y SE QUEJA! No, Bella, guapa, los tuyo es suerte, deja las quejas. Vamos, escapas de la aldea esa en la que todos te insultan, de tu padre el chiflado de las máquinas y acabas compartiendo habitación con un armario parlante que solía cantar ópera… ¡VAMOS, EH, NO ME JODAS! (¡uy! que vulgar soy a veces, pero la desagradecida de Bella me ha hecho exaltarme). Vale, sí, hay una bestia extraña viviendo en el castillo (sí, se que es el dueño, amigos), ¡pero no tienes porque hacerle caso!, es más, ¡él quiere que te cagues en su cara y punto! (otra vez vuelvo a ser vulgar, ¡maldita Bella!). Y es que, desde el minuto uno el señor Bestia deja bien claro que a él Bella, nada de nada, vamos, ¡ni tocarla con un palo! Pero la tía se pone pesada. Que si le lanza bolas de nieve sensualmente, que si se pone vestidos bonitos para él, que si se escapa en mitad de la noche para que así Bestia tenga que adentrarse en el denso bosque (sí ese que tanto le gusta a nuestra protagonista) a rescatarla. Con esto Bella consigue que su ropa acabe hecha jirones y que Bestia vea más de sus sugerentes carnes. O sea, que la pobre Bella, a parte de estar loca, estaba desesperada por pescar a un buen y peludo mozo. Finalmente, el señor bestia acaba cediendo a sus cada vez más exagerados ataques y decide hacerle un hueco en su corazón y, ya de paso, acabar con la maldición. Es decir: el Bestia este solo quiere que le dejen en paz, conclusión: «yo digo que sí, que amo a la chiflada esta y así me devuelven mi aspecto de príncipe guapo otra vez y…. ¡a hacer locuras de nuevo!«. Vamos, el día después de la precipitada boda de estos dos sujetos Bestia se puso en contacto con el señor del manicomio que le hace un descuento del dos por uno y así mata dos pájaros de un tiro, metiendo a su esposa y al padre. Bestia vuelve a ser guapo, a tener el castillo para él solito y la pobre Bella acaba cantando canciones al más puro estilo Mi Aldea, solo que la letra cambia; va de: «Esta eeeeees, mi pequeeeeeña aldeeeaaa…» a «Esta eeeeees, mi pequeeeeeña ceeeldaaa«… Y así cada día…

Continuemos con…

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¡Cenicienta! ¡Nunca una criada llegó tan alto! Esta Princesa también es conocida como: ¡Cenicienta, la choni del zapato de plástico!

Hay dos cosas fundamentales que me atormentan de esta historia:

  1. ¿Qué clase de nombre es Cenicienta? ¿Está recogido en el santoral? ¿Nadie pensó que ese nombre iba a traer muchos problemas a la pobre niña? Problemas como que tu madrastra te ponga a limpiar en la casa que era de tu padre… ¿NADIE?
  2. Y aquí viene la parte interesante. Cenicienta y el Príncipe (como no tiene nombre conocido le llamaré, Príncipe, a secas) se conocen en una fiesta que le montan a Príncipe para que conozca chicas, o sea, a su futura esposa. ¿NADIE CREE QUE TODO ESTO ES LA MAR DE EXTRAÑO? Vamos a ver… ¿Me estás diciendo que una de las historias de amor más comentadas de todas las historias de amor de mundo tiene como base eso? Sí, así es. Cenicienta y Príncipe se conocen al más puro estilo Mujeres y Hombres o Quién Quiere Casarse con mi Hijo. Príncipe es un simple tronista en busca de un (falso) amor. Espero que esto no anime a nadie a presentarse a ningún programa de esos pero… ¡Sois libres! Vamos, que Príncipe es un tío con retraso y exceso de músculos (que hacen que el riego le tarde en llegar a cerebro) y Cenicienta una operada y despistada tonta. Eso sí, esta historia es rara, rara, rara… Vamos, llega a no caérsele el zapato de cristal (yo digo que era de plástico duro) por la escalera y el amor no habría triunfado. ¿ME ESTÁS DICIENDO QUE DE NO SER POR ESE ZAPATO DEL MERCAO NADA DE NADA? Efectivamente, nada de nada. Con estos credenciales, no me extrañaría verme a Cenicienta y a Príncipe paseándose por los platós de Telecinco para sacarse un dinero extra y es que, el castillo ese tan bonito y la plantación de calabazas cuestan mucho de mantener.Seguimos con…Imagen

    ¡Blancanieves! Aunque su verdadero nombre es: María Blanca de las Nieves, le agradecemos la abreviatura. Como nombre histórico, esta Princesa será y es: ¡Blancanieves, la conformada!

    Esta tía, la primera zoofílica en la historia de Disney (ya sabéis, por su afición a codearse con los animales del bosque), es una loca más. Y es que, el príncipe la tenía elegida desde el principio de la historia. Vamos a ver, ¿qué clase de persona no se pone a gritar si un desconocido se cuela en su castillo y se pone a hacerle un musical? Pues nuestra amiga Blacanieves, ni más ni menos. Es más, el príncipe llevaba espiando a nuestra protagonista desde hacía ya unos meses… ¡QUÉ ALGUIEN LE PRESENTE A BELLA! (un desesperado para una desesperada).

    Yo saco la conclusión de que María Blanca es una víctima en toda esta historia. La pobre sufre lo que no está escrito… Que si un cazador la persigue por todo un bosque tenebroso; que si acaba viviendo con siete enanos cantores y pesados; que si su madrastra le da una manzana que hace que se envenene y caiga en un laaaargo sueño… Vamos, que tengo por seguro que a ella el príncipe nada de nada, pero claro, tu imagínate: te despiertas después de haber sido envenenada por tu difunta madrastra, ves la cara del tío del musical pegada a la tuya y oyes a los enanos pesados gritar, aplaudir y llorar de la emoción… ¡La pobre Blancanieves no puede decir que no! Así que ahí acaba ella, en una relación sin amor con un hombre que todas las noches sale a hacer musicales con el cazador… (vosotros ya me entendéis, guiño, guiño).

    La próxima es…

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    ¡La Bella Durmiente! A la que vamos a llamar por su nombre, Aurora… o: ¡Aurora, la de la mala suerte!

    Esta historia ya empieza mal, pero, desde mi punto de vista, acaba reconduciéndose maravillosamente.

    Todo empieza cuando, en el bautizo de Aurora, aparece Felipe (Felipe, el del mundo de los cuentos, no Felipe el de Letizia) para conocer a la que será su futura esposa. Felipe, que parece tener unos doce años, mira extrañado a su futura mujer, Aurora, de unos dos meses. ¡Ojo! Lo extraño aquí no es la edad de diferencia, lo extraño es que ella tiene dos meses y ya esté comprometida… ¡DOS MESES! ¿Qué clase de infanticidio es este? Pero vamos, para rematar la cosa aparece mi amiga Maléfica y maldice a la pobre criatura… ¿Qué habrá hecho ella para tener que sufrir tanta desgracia junta el día de su bautizo?

    Lo bueno de esta maldición es que solo se necesita que Aurora se mantenga alejada de las ruecas y sus husos hasta el día de su SUPER SWEET SIXTEEN y punto. Así que, papá y mamá la mandan a casa de la hadas en medio del bosque. Sí señores, ¡la mandan con las hadas! Con Flora, con Fauna y con Primavera… ¡VENGA-YA!

    La pobre Aurora, después de haber tenido el peor bautizo de la historia acaba encerrada con sus hadas en medio del bosque y completamente alejada de las riquezas con las que nació. Pero todo cambia el día en el que cumple 16 años. Conoce a un apuesto Felipe (posteriormente transformado en búho) y canta con él por el bosque. ¡Cómo les gusta a nuestras princesas lo de cantar con extraños! Pero vamos, Aurora vuelve a casa la mar de enamorada y las hadas le han preparado una mega fiesta para celebrar sus SUPER SWEET SIXTEEN (MTV, espero mi comisión). El problema es que, mientras preparan la fiesta, la cosas se les va de las manos y acaban siendo pilladas con las manos en la masa por el cuervo de Maléfica. Así que, cuando Aurora esta ya en Palacio para reencontrarse con papá y mamá y nadar en oro… ¡ZASCA! Maléfica le lanza un hechizo y Aurora se pincha con el maldito huso de la dichosa rueca. La pobre, que debería platearse comprarse otro Palacio que le de más suerte, acaba más sobada que un narcolépsico en la más alta torre esperando a que llegue Felipe. Como sabréis en la película pasan unas cuantas horas entre que ella cae dormida y Felipe llega, pero en el libro pasan 100 (o 1000) años. Según la versión de los 100 años, cuando Felipe llega, Aurora tendría unos 116 años y él unos 128. Y esto es un claro ejemplo de lo importante que es encontrar un buen cirujano plástico, que te deje tan guapo como a ellos el día del reencuentro, y de lo bonito que es el amor en la tercera edad. Eso sí… ¿puede alguien explicarme qué demonios estuvo haciendo Felipe los 100 años que pasaron entre que Aurora se durmió y el llegó a la torre? ¿Nadie? Exacto… (Pero yo se que nada bueno…)

    Y, por último…

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    ¡La Sirenita! También conocida como Ariel, o: ¡Ariel, la sacrificada!

    Nuestra pobre  (y única) sirena sufre lo que no está escrito para acabar con su amado Eric. Ella, una fetichista de las cosas humanas, conoce a su amor en un naufragio. En parte esta forma de conocerse es genial, ¡ya tienen algo que contar a sus nietos! Pero ahí acaba todo. La pobre Fairy Wipp Dixan… ¡Ariel! tiene que vender su voz a una gorda fea para poder conocer mejor a Eric… ¡Manda huevos lo que hay que hacer! Así que, ahí va ella, muda, pero, ni corta ni perezosa, se planta en la cala privada de Eric completamente en pelotas (se dice así misma: «¡No tendré voz, pero el señor me dio un par de atributos con los que voy a llevarme a este zamarro a vivir bajo del mar conmigo!»)… ¡Lo suyo son ganas de acabar pronto con el asunto! Eric, la recoge de la playa y se la sube a casa (algo me dice que no era la primera vez que el tío este recogía a una tía en medio de la calle y se la llevaba a casa…). Pero bueno, tienen una historia maravillosa hasta que aparece una morena despampanante que, ¡sorpresa, sorpresa!… ¡Puede hablar! (con la voz de la sufrida Ariel) Así que Eric empieza a pasar de Ariel y se siente más atraído por la misteriosa morena. Ariel, desesperada, decide contratar un paseo en barca por el Retiro para ver si así consigue que Eric se fije en su mudo ser. Pero nada, la barca acaba naufragando y acabamos como estábamos.

    Pero bueno, Ariel acaba venciendo a la gorda roba voces transformada en morena despampanante en una pelea de gatas como no ha habido otra igual. Des esta forma, recupera a su voz y a Eric… ¡Vamos, que a Eric lo que le mola es su voz y punto! ¡Pobre Ariel, la sacrificada, consigue conquistar a Eric y a él no le importa nada más que su voz…!

    Y hasta aquí mi repaso.

    Antes de despedirme me gustaría añadir que, pese a todo… ¡Tenéis que dejar que la magia Disney fluya en vuestras venas!

    ¡Hasta la próxima!

    P.D. Sí, el amor existe, pero no os va a despertar de un largo sueño, ni va depilarse el cuerpo entero para vuestra felicidad, ni os va conquistar cantando en medio del bosque…

    P.D.2. Sed más inteligentes y buscad el trasfondo del asunto, ¡Vosotros podéis!

    Alfon Mulet Serra (@FonMulet)

    Blog: @13Clouds

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